Conoce las mejores prácticas para el manejo y la aplicación de la pollinaza, evitando riesgos sanitarios y aprovechando al máximo sus nutrientes en los cultivos.

La pollinaza es uno de los abonos orgánicos más usados en la agricultura colombiana, pero su mal manejo puede generar pérdidas de nutrientes, malos olores y riesgos sanitarios. Conocer cómo almacenarla, tratarla y aplicarla correctamente es clave para aprovechar todo su potencial en el suelo y los cultivos.
¿Qué es la pollinaza y por qué se usa en agricultura?
La pollinaza es un subproducto de la producción avícola compuesto por excretas de aves, restos de alimento, plumas y material de cama como cascarilla de arroz o aserrín. Su popularidad como abono se debe a su alto contenido de nitrógeno, fósforo, potasio y materia orgánica, nutrientes esenciales para el desarrollo de los cultivos.
Además de aportar fertilidad, la pollinaza mejora la estructura del suelo, incrementa la actividad microbiana y favorece la retención de humedad, lo que resulta especialmente útil en suelos degradados o con baja productividad.
Riesgos asociados a un manejo inadecuado
El uso incorrecto de la pollinaza puede generar efectos negativos tanto para el cultivo como para el entorno. Entre los principales riesgos se encuentran la volatilización del nitrógeno, la presencia de patógenos, la contaminación de fuentes hídricas y la generación de malos olores. Estos problemas suelen aparecer cuando se aplica pollinaza fresca, en exceso o en momentos inadecuados.
Por esta razón, el manejo previo y la planificación de la aplicación son tan importantes como el abono en sí.
Buenas prácticas para el manejo de la pollinaza
El almacenamiento debe realizarse en un lugar cubierto, seco y protegido de la lluvia, preferiblemente sobre superficies impermeables o con drenaje controlado. Esto ayuda a conservar los nutrientes y a evitar lixiviados contaminantes.
El compostaje o la estabilización previa es una práctica altamente recomendada. Este proceso reduce la carga de patógenos, disminuye olores y transforma la pollinaza en un abono más estable y seguro. Durante el compostaje es fundamental controlar la humedad, permitir la aireación y realizar volteos periódicos.
También es importante respetar tiempos mínimos de reposo antes de la aplicación, ya que la pollinaza fresca puede causar fitotoxicidad en algunos cultivos.
Buenas prácticas para la aplicación en el suelo
La dosis de pollinaza debe ajustarse según el cultivo, el tipo de suelo y el contenido nutricional del material. Aplicar más cantidad de la necesaria no significa mayor productividad y puede provocar desequilibrios nutricionales.
El mejor momento para aplicar pollinaza suele ser antes de la siembra o durante la preparación del terreno, permitiendo que los nutrientes se integren gradualmente al suelo. Es preferible evitar aplicaciones en épocas de lluvias intensas para reducir pérdidas por escorrentía.
En cuanto a la forma de aplicación, lo ideal es incorporarla al suelo mediante una labranza ligera, lo que mejora la eficiencia del nitrógeno y reduce olores.
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Cultivos donde la pollinaza es más utilizada
La pollinaza se emplea con frecuencia en cultivos como maíz, arroz, café, pastos y una amplia variedad de hortalizas, debido a su aporte de nitrógeno, fósforo y materia orgánica. En sistemas hortícolas, su uso es común en la preparación del suelo, donde contribuye a mejorar la estructura y la disponibilidad de nutrientes.
También es utilizada en el cultivo de papa, especialmente en etapas previas a la siembra, ya que ayuda a enriquecer el suelo y a estimular el desarrollo radicular, siempre que se aplique en dosis controladas y con el tiempo de reposo adecuado.
En pasturas, la pollinaza favorece la recuperación del suelo y el crecimiento del forraje, mientras que en cultivos como café su aplicación se integra dentro de planes de fertilización orgánica o mixta. En todos los casos, el éxito de su uso depende de ajustar la dosis, el momento y la forma de aplicación a las necesidades específicas del cultivo y a las condiciones del suelo.
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Una herramienta valiosa si se usa con criterio
La pollinaza no es solo un fertilizante económico, sino un insumo que requiere responsabilidad técnica. Cuando se maneja y aplica correctamente, contribuye a una agricultura más sostenible, mejora la salud del suelo y optimiza el rendimiento de los cultivos.